Jueves, 29 Agosto 2013 19:04

Shulcahuanca - Hermano Prisionero

Había empezado a caminar cuesta arriba por Chulite. Viendo las casas pequeñas construidas de adobes y techadas con la paja que se recortaba en la puna en la época de los veranos, cuando el sol tocaba nuestras caras y sentir el viento helado de ellas en las madrugadas. Es hermoso respirar este aire que golpea mis sienes, el olor de los eucaliptos que puestos en fila en todo el trayecto, parecían que me saludaban: "sigue hermano por el camino que te trazan los grandes Apus, y los Amautas desde que tuviste razón en toda tu niñez".

Seguía con mis pies esforzando tan empinada travesía, en eso encontré a Huaca colla, el hermano que me informaba como estaba funcionando las mineras en la zona donde se encontraba nuestro Apu querido Shulcahuanca y que se encontraba prisionero de los Mistis malditos venidos del Norte de la tierra. Siempre andaba repitiendo esa frase mi hermano y también en sus maldiciones mencionaba a Hildosullu, paulinoasyaq, por ser empleados de las mineras, ellos son traidores a su marka. Por ello siempre me pedía: gran Mayu willakuy apu, sentencia a esos traidores para que los grandes vientos se los lleven. Yo solo sonreía, pero sus intenciones me preocupaban por la traición de esos hermanos a quienes ya todos reclamaban su muerte. Pero mi corazón albergaba una suerte de melancolía, pues en otros tiempos acompañaban mi andar en todas las punas y en los valles. Por que el olor del dinero había cambiado su corazón, no entendía que el olor de los billetes que pertenecían a nuestra misma pacha mama; pues de sus entrañas los mistis de ojos azules que horadaban su vientre, de allí no los daban a mi pueblo, pero solo recibían unas migajas que luego el entero lo trasladaban a sus naciones, pero nosotros también teníamos la culpa de ser sumisos ante los criollos que gobernaban nuestras naciones y sobre todo a un mentiroso e hipócrita que todavía era mofrau y no aceptaba su defecto ante el publico.
Me despedí del pobre Huaca Colla, pero antes aprecié de sus manos la chichita de jora, como alimento para mi camino, el con todo el respeto me lo daba y para que no se sienta menos, le recibía y me ponía a conversar; aparte para recibir las noticias de los hermanos en toda la comarca. Terminando el último sorbo devolví el mate de mi hermano y le dije adiós con el saludo entre nosotros abrazándonos y seguí mi camino, hasta alcanzar la cumbre donde se dividen los caminos y uno de ellos me lleva a la Soledad. Allí los hermanos habían ganado a los Mistis, cuando a sangre y fuego quisieron imponerles la religión que traían de España. Para ello le sacaron la vuelta, y ellos ni se dieron cuenta; les hicieron creer que la Virgen de la Soledad se había parecido en una gran peña, donde ellos adoraban a su mama Quilla hirca o diosa Luna. Les contaron los que los mistis ibéricos les contaban de las apariciones de la Virgen María en muchos pueblos de España y Portugal, haciéndolo así también ellos para que ya no les fastidiasen con la imposición de su religión.

Seguí a Retambo por sobre un cementerio indígena, los hermanos me relatan, que en semana Santa todo el cerro se incendia como si le echasen fuego y que huele mucho a azufre; pero que después a la mañana siguiente todo queda normal y no se encuentra indicios que hubiese habido incendio alguno. Pase por el lugar pero no sentí mas que sosiego y mucha fuerza. Podría ser que sea un sitio donde entregaban ofrendas a nuestros Apus, pues no entendía como sentía del lugar mucha fuerza y seguí el camino con más prisa de siempre como si me hubiesen impulsado con una fuerza interior que estaba fuera de mi propia voluntad.

Llegue a huacamarcanga, por lo que ya estaba prácticamente en todo lo más alto y pude divisar al cerro la botica e icchal donde se encontraba el oráculo de Catequil, aquel que pronostico que Atahualpa moriría en manos de los mistis barbados. Me senté y pude divisar todos los espejos de agua y a lo largo de el todas las aves volando con sus sonidos que daban me la bienvenida. Después de caminar se empezó a divisar el gran hueco que estaba haciendo la minera Barrick. El hueco era inmenso y salía mucho polvo que se asemejaba a una nube gigantesca que nublaba mi visión para ver el cero negro en huaylillas por donde pasa el camino del inka. Al irme acercando más lo que predominaba era el olor a azufre. Al llegar a la laguna del toro, tal como se le conocía, pude distinguir al Apu shulcahuanca. Estaba en medio de todos los huecos de la explotación minera. Creo que con eso se extinguía la historia de las naciones de ese lado. Es que ninguno de los hermanos reclamaba por su protector, Todos quienes se quisieron levantar fueron comprados por los mistis gringos que con sus ojos azules le hechizaban y se transformaban en traidores para su nación. Muchos hablaban que también toda las markas haría pozos inmenso para asesinar a nuestra pacha mama, que no se podía hacer nada pues los criollos que gobiernan desde lima los protegían y que si te levantabas a protestar ellos te podían meter en la cárcel y zas se acabo todo el laberinto.
Por eso me daba cuenta que habían llegados otros mistis gringos de ojos azules a predicar que nos acogiéramos a su religión, para salvarnos nos decían. Pero ya no estábamos salvados, pues nos quitarían nuestras tierras, que es nuestra vida, estaban contaminando nuestras yacumamas con líquidos que tomaban las aves y se morían, ya no teníamos peces en nuestras cochas y en nuestros ríos la hierva que crecía se estaba amarillando.

Estaba triste mirando como se destruía nuestras naciones y mi corazón acongojado quería ya no mirar, estaba triste pues ya no vería a las llamas correr por las praderas y a las alpacas desfilar como militares en una sola fila y erguidas como si estuvieran orgullosas de vivir en la puna con el aire libre y tierno. Las naciones que conocía estaban desapareciendo y nadie se daba cuenta.

Túpac Isaac II
Juan Esteban Yupanqui Villalobos.

Fuente: www.articuloz.com

 

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