Lunes, 14 Octubre 2013 22:22

Cultura Tanga

Pero para qué engañarse: cuando se escucha la palabra "tanga", lo primero que viene a la cabeza es la imagen de la playa de Ipanema llena de bellas garotas luciendo sus perfectos glúteos.  Cuando, en 1981, Frederick·s of Hollywood, la compañía norteamericana que creyó en el futuro comercial y estético de esta prenda, se lanzó a fabricar tangas, sus ventas eran casi simbólicas.

Hoy, veintidós años después, más del noventa por ciento de sus ingresos son por la venta de tangas, según la portavoz, Keisha Walker, quien también explicó que "una de las personas que más ha ayudado a incrementar las ventas fue Monica Lewinsky". ¿Paradójico? Quizá, pero los datos indican que en 1998, cuando la ex becaria confesó ante el fiscal Kenneth Starr que la visión de su tanga fue lo que despertó la libido de Bill Clinton, las ventas se dispararon hasta un 80%.
¿ Y en España? Las cifras no son tan espectaculares, pero los datos facilitados por Fashion Panel indican que en 2002 el 23,5% de las españolas se compraron un tanga; cifra modesta, pero muy superior al 14,7% que lo compró en 1999.

Pero... ¿qué es un tanga?
Según el Diccionario de la Moda de Georgina O·Hara, se trata de una prenda formada por "una tira única de paño que se coloca entre las piernas y se sujeta por medio de un cordón envuelto en torno a la cintura". Una definición demasiado fría para algo que un periodista norteamericano describió como "la prenda que permite descubrirlo todo sobre una chica, excepto el nombre de soltera de su madre".

Cómo nació el tanga y quien fue el padre o la madre de la criatura es uno de los "expedientes X" de la moda; lo único que se sabe con certeza es que su patria es Brasil. Así, en Río de Janeiro se cuenta que en 1972, una joven llamada Inês Mynsseen cortó su vestido por la cintura, para lucir su cuerpo en una fiesta. Sin saberlo, la muchacha acaba de inventar un nuevo bañador que sus paisanos llamaron cortininha (antecesor del tanga). Nadie ha podido certificar la autenticidad de esta historia, aunque de la descocada Inês dicen que acabó ingresando en un convento. 
El tanga apareció en Ipanema en 1974. Su paternidad sigue siendo disputada, y los especialistas se dividen entre quienes se la adjudican a Carlo Ficcardi y quienes aseguran que el mérito es de Ricardo Amato, quien organizó una sesión de fotos en la que la actriz Rose di Prime posó luciendo un tanga. Brasil vivía bajo una dictadura, y aquellas fotos escandalizaron a las autoridades, que prohibieron la nueva prenda. Inútil medida. Las multas y los arrestos no evitaron que los tangas invadieran las playas. Lo usaban hasta las embarazadas, y llevarlo era para las brasileñas algo más que un acto de coquetería: era un gesto de rebeldía política. Finalmente, en 1976 se levantó la prohibición. La belleza y la frivolidad le habían ganado la batalla a la intolerancia.

CRuzar las fronteras
El tanga echó raíces en Estados Unidos antes que en Europa. Fue en 1981 cuando Frederick Mellinger, propietario de Frederick·s of Hollywood, empezó a vender tangas (que los americanos llaman thong y string bikini) con la oposición y reticencia de sus colaboradores y consejeros. "Será un fracaso. Este es un país muy puritano, y ninguna mujer decente se atreverá a ponérselo", fue el comentario general. Loados sean los profetas...
Mellinger no sólo apostó fuerte por la prenda, sino que coprodujo también películas como Lío en Río, en la que Demi Moore y Michelle Johnson ruborizaban al flemático Michael Caine paseando sus sinuosos y cimbreantes cuerpos ligeramente tapados con la dichosa braguilla, y organizando "fiestas-tanga" entre los jóvenes. "Al principio, el tanga cautivó a las mujeres de treinta años; después, a las jovencitas; y finalmente, a las de más edad", explicaba Keisha Walker. "Ahora lo usan casi todas; las que tienen un cuerpo perfecto y las que no. La prenda se ha democratizado". Pero lo mejor para la portavoz es que "el fenómeno aún va a más". La revolución del tanga no ha hecho más que empezar.