Viernes, 02 Agosto 2013 19:38

Digitalización De La Moda

Descomponer la cronología humana en los diferentes aspectos que dictaminan el quehacer de la moda, resulta una tarea ardua y extensa; puesto que no solo representa una investigación profunda sino la imperiosa necesidad de relacionar el todo con sus partes. Es por esto, que a lo largo de este escrito, la disertación estará centrada en la transfiguración acaecida en el seno de la moda; a causa de un veloz proceso de tecnificación que sugiere en primera instancia,

el cambio en la presentación de la moda pero no la de su andamiaje. Así pues, la pregunta a dar desarrollo es: ¿De que manera la incidencia de los avances tecnológicos han repercutido en el devenir de la moda?

Como si se tratase de un juego de palabras, la pregunta planteada nos sitúa en un contexto meramente actual, dejando atrás todo hecho social del pasado.

No obstante, lo anterior resulta más que nada impertinente, ya que el fenómeno histórico de la mercantilización supone un origen primitivo fundado en el principio activo del trueque. Principio, que de ninguna manera a claudicado o desaparecido en nuestra época actual. Esto se debe a que el deseo de la expansión territorial así como el incremento de la tasa demográfica conllevaron a conflictos bélicos que decantaron en la idealización y pronta solidificación de límites fronterizos;  propiciando así un orden tanto en las relaciones de poder como en las relaciones comerciales.

Es verdad que este ordenamiento territorial no constituye para nada un ápice de concertación, sino por el contrario se rige sobre la base excluyente del potencial armamentístico y la movilización efectiva de las tropas, por parte de cada uno de los agentes en conflicto. Pero tampoco se puede concebir de otra manera la formación societal que sea indiferente a la violencia.

Una violencia que obligo a la imposición de normas y castigos en pro de mantener principalmente la hegemonía y la diferenciación de clases. En este punto se reblandece el concepto de moda como una instancia desprovista de cualquier tipo de responsabilidad para con su entorno; pero no es así.

La moda inclementemente sugiere un marco macro sistémico que no solo debe su proceder a la implementación de tendencias estéticas o de vestuario sino que incitaron a al exacerbación de un imaginario colectivo del poder adquisitivo.

Dicho poder adquisitivo, se logró gracias a la innovación en técnicas de intimidación exterior ya hubieran sido militares o socioculturales, como en el caso de los imperios y las posteriores monarquías. Quienes los primeros desenfundaron sus espadas mientras las segundas desenfundaron la desmesurada galanura de sus sociedades civilizadas.

En esta medida situamos a la moda no en conformación de grandes urbes o la conglomeración de individuos en una sola casta, sino en una unidad inquiescente por cuanto el modelo cortesano, el modelo burgués y el modelo de consumo son proyecciones de ese gran entramado del proceso civilizatorio como lo entiende Norbert Elías.

Así pues, no se equivoca Ana Martínez Barreiro al afirmar que el juego de la moda es entregarse a los placeres de la sofisticación y de las apariencias, ni mucho menos al rescatar el movimiento de la imitación y de la distinción en busca de una respetabilidad social;  todo esto, bajo el supuesto de un afianciamiento, solidificación y apropiación de los valores de cada época.

Sin embargo, comparto más la posición de Jean Paúl Baudrillard, en lo que se refiere a que "el análisis del consumo no arranca de la relación entre necesidades y su valor de uso, sino del intercambio simbólico y la prestación social como discriminantes de clase".

Esta apreciación mía radica en no sólo concebir la moda como un instrumento de la seducción masculina o femenina, en especial de esta última; dadas las pertinentes acusaciones del caso como son el del cortejo, los índices de nupcialidad, la obstrucción al crecimiento demográfico y el refinamiento de la alta costura, como inclusión en la esfera de la exclusividad; sino como un motor lubricado y puesto en marcha por el proceso de tecnificación mundial.

Esto se debe a que los cambios se presentan siempre a nivel global, y significa que las posteriores repercusiones a nivel local están mediatizadas por la afable apropiación de los individuos conforme al colectivo sociocultural. Así como también debe considerarse importante la dependencia al modelo económico imperante como es el tangible y salvaje capitalismo, en tanto este, es el tribunal de exclusión y segregación social.

Hoy en día es más que evidente la digitalización de la moda circunscripta  en el <modo operandí> de la globalización, por el cual la moda es percibida en la cotidianidad de los ciudadanos del mundo, como la miniaturización de los aparatos electrónicos y las incursiones en los múltiples usos que pueden hacer desde estos mismos. Sólo es cuestión de manipular un teléfono celular o un computador portátil para caer en cuenta de la absorción del individuo en la moda tecnológica de la época.

Por otro lado cabe anotar que este fenómeno, reseñado líneas atrás, de la digitalización procuro una unisexualidad en la gran esfera social estableciendo una cultura andrógena en lo que tiene que ver con los colores, modismos y comportamientos de los géneros, que en suma también se han diversificado. Es decir, no es para nada extraño observar hombres con tonalidades pastel en su atuendo o mujeres de -jeans- sueltos dejando entrever el uso de –boxers- anchos sin que ninguno de los dos pierda su masculinidad o feminidad.

Para finalizar, lo que el desarrollo del presente texto quiere hacer visible es que la incidencia de los avances tecnológicos en efecto han repercutido en el devenir de la moda pero no solo a escala local o individual sino en especial macrosistemátimente en las esferas de lo público y lo privado de las relaciones económicas, políticas, sociales y culturales de los sujetos.

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Fuente: www.articuloz.com