Además de reducir el riesgo de padecer alguna enfermedad de tipo cardiovascular, también ayuda a reducir enfermedades óseas debido al aporte de calcio, como la osteoporosis.
Por otro lado, para consumir el marisco de una forma responsable y sin riesgos, se debe tener en cuenta precauciones previas. En primer lugar, el ciclo biológico del marisco tiene su mejor etapa entre noviembre y marzo. Es decir, el periodo estacional de otoño e invierno. Sin embargo, los meses de verano, sobre todo de mayo a agosto, la carne del marisco pierde sabor y es algo más blanda.
Otro factor clave a la hora del consumo es si los crustáceos se adquieren vivos. Las dos características primordiales a la hora de adquirirlos vivos es que los ojos sean negros y brillantes; y que no haya ningún tipo de desprendimiento entre cabeza y cola.
Según los expertos, se recomienda comer pescado tres veces por semana. También aconsejan reducir el consumo de marisco en mujeres embarazadas, niños de corta edad y cuando los niveles de ácido úrico son elevados.
Por último, se considera una buena receta de marisco cuando el plato va acompañado de guarnición: verduras, ensaladas o arroz. De esta forma se consigue un plato equilibrado. Todos los crustáceos tiene un denominador común, el cuerpo está recubierto por un caparazón. El mercado categorizan a los crustáceos en dos: los de cuerpo alargado y los de cuerpo corto.
Los crustáceos de cuerpo alargado se consideran: el bogavante, langosta, langostino, cigalas y gambas. Los crustáceos de cuerpo corto son: cangrejo de mar, buey de mar, centollo, nécora y percebe.
Fuente: www.articuloz.com