Domingo, 02 Febrero 2014 22:44

¿Te Vas Hermano Árbol?

Te vas, pero no porque estés muriendo de viejo, Te vas porque muchos hombres que no tienen el color de nuestra piel, que no tienen los ojos como los nuestros, que no tienen el corazón como los de Taita Noé o taita Gerardo, te llevan y te arrancan de tu pueblo, de tu nación para sacrificarte y hacerte trizas. Hacer cajones para que se sientan bien los hombres occidentales y también muchos de nuestros hermanos que han perdido las costumbres del pueblo y de la nación donde nacieron; y hoy como ayer te lloro juntamente con los hermanos Raoni,

que vivían bajo tu sombra, que se alimentaban con el agua que guardabas siempre para las épocas de sequía y nos dabas de a poquito, para tener con que sembrar los loches o las arvejas, o los trigos o las papas o las camotes. Si recuerdo tu robustez cuando en mi camino bajo tu sombra me ponía a descansar y me cuidabas en mi niñez, en mi juventud y te respetaba como hermano mayor que eras de todos los runas y de los que alguna vez fuimos apus de un pueblo que pereció bajo el manto de los mistis, de los falsos huiracochas que hollaron nuestras tierras. Recorro lo que antes decían que eran paramos, donde vivían el oso de anteojos, el tapir de altura, el gallito de las rocas. Como no recordar cuando los pequeños osos me miraban con sus ojos tiernos y sus gruñidos diciéndome que era extraño, pero una vez que me conocían se quedaban quietos y con las muecas me hacían ver que también era un hermano en la gran naturaleza. Como no ver los colores de los gallitos de las rocas con el sonido de sus picos que nos hacen decir que está fresca el agua, que esta deliciosa la brisa que tus brazos hacen mover los sentimientos de todos los runas y de todos los antis.

Nos dicen que es para que traigan más desarrollo a nuestros pueblos. Si hablan mucho de desarrollo, pero no entendemos que el desarrollo signifique asesinar con quienes siempre hemos vivido, con los árboles, con los pequeños hermanos, como el oso de anteojos, el tapir, o el gallito de las rocas, o la pacha mama, el agua que es nuestro alimento y nuestra vida, pero que el Tata árbol no los cuida siempre y siempre lo hemos respetado y nunca hemos tratado de dañarle y esperar a que el mismo con su bondad nos de algo de su ser para utilizar y cocer sus ramitas para comer conjuntamente con él.
Nos hablan de desarrollo, pero seguimos viviendo peor que antes o diferente que antes, pues antes no moríamos de hambre, ni teníamos necesidad de buscar agua; ahora no la tenemos y la que encontramos está contaminada con los relaves de las minas que dicen que trae mucho desarrollo, pero solo hemos visto herida a nuestra pachamama, llorando en sus entrañas y nosotros muertos de hambre. Nos despojan de nuestra madre y nos llevan a otros sitios donde el frio cala nuestros huesos, donde no hay pachamama, si no ella está llena de piedras y arena que no da nada para comer por más que las regamos con nuestro sudor y con las lágrimas. Seguimos en esas llactas donde los runas que no saben cómo vivimos nos desprecian por el color de nuestra piel y por la vestimenta que llevamos. Así como los Cayapó, luchamos durante años contra las empresas madereras en La Coipa que destruían los bosques de namballe y Tabaconas y solitariamente nos pusieron tras las rejas para que aprendiéramos, disque a respetar al hombre blanco y el progreso que nos traía; después vinieron a despojarnos de nuestra coca muchos hombres blancos, uno para que no siguiéramos masticando la hoja sagrada y otros para hacer de ella madre de la corrupción. Y allí recordamos que tras de limpiar las acequias y las quebradas para que no derrumben en la época de las lluvias, nos poníamos a masticar nuestra coquita juntamente con los hermanos árboles para que su frescor nos sirviera de aliento para el resto del día.

Hoy día vengo, no como un hombre con poder, porque no lo tengo, vengo humildemente a pedir que no nos maten, que nos dejen vivir, que no queremos su desarrollo, que queremos seguir viviendo nos hermanos que nos circundan, con las flores que olemos diariamente sus fragancias, que queremos seguir escuchando el sonido de las aves en los árboles, nuestros hermanos mayores; que queremos seguir en nuestra tierra para seguir acompañando a nuestra madre que nos da la vida. Que no queremos su globalización, ni sus costumbres. Que nosotros somos felices ahí donde ustedes quieren hollar nuestro hogar. Que no queremos el engaño de titularnos, dicen, para que los bancos nos traigan progreso; lo cual es más falso, pues nosotros prestamos ni buscar que recibir, que damos sin decir prestado y más aun con intereses. Que queremos seguir viviendo sin su desarrollo que mata y embrutece el alma de los runas, que a nuestras mujeres las vuelven codiciosas y falsas y a nuestros niños y jóvenes les hacen monstruos que vienen a destruir nuestra felicidad. No hagan más progreso que mata el planeta. Queremos seguir viviendo, pues no tenemos a donde ir, aquí nacimos, aquí nacieron y vivieron nuestros mayores y aquí queremos vivir, pero un buen vivir que se resume en un Sumaq Kausay.

Juan Esteban Yupanqui Villalobos
Túpac Isaac II

Fuente: www.articuloz.com