Buscando con más detenimiento las causas de su supervivencia, el fax ofrece la posibilidad de enviar documentos de una forma sencilla y tradicional, sobre todos en sectores como el mundo jurídico, donde es complicada la integración de otras formas de comunicación más inestables e inseguras. El fax es considerado por la jurisprudencia como un medio más que probado de cauce de las comunicaciones, lo que crea mucha confianza entre sus usuarios.
Por otro lado, es un medio establecido, con el hondo sabor clásico de algo que se ha utilizado siempre. No es, quizás, una permanencia por motivos nostálgicos sino una creencia en la fiabilidad del fax como comunicación. El saber que funciona y la expectativa cierta de que el destinatario también alberga esa convicción crea en torno a la figura del fax un intangible que difícilmente se puede destruir con innovación tecnológica.
Además de estas razones endógenas al propio fax, el uso del mismo no es incompatible con los nuevos avances en telecomunicaciones e informática. Nada más lejos de la realidad. La proliferación del fax por Internet o fax virtual permite al usuario mantener las mismas funcionalidades de siempre conjugándolas con las ventajas de los medios más modernos. Poder enviar a través de la red, desde cualquier sitio, sin necesitar de estar en el trabajo o poder hacerlo fácilmente desde el móvil. Todo este tipo de ventajas que disfrutamos actualmente en muchos ámbitos empiezan a aplicarse con éxito en fórmulas clásicas como el fax que no hacen sino posicionarlo como un método de comunicación entre profesionales a la vanguardia.
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